El arte paleocristiano se suele estudiar dentro del arte de la Alta Edad Media debido a que en este periodo empiezan a configurarse las formas arquitectónicas (como la planta basilical) e iconográficas (como el nacimiento o la muerte de Cristo) que van a desarrollarse durante la Alta Edad Media.
El arte paleocristiano es el que desarrollan las primeras civilizaciones cristianas y algo más tarde, especialmente desde el siglo IV, será el arte protegido y realizado por orden de las jerarquías eclesiásticas.
Comprende desde finales del siglo II hasta el siglo VI y se puede dividir en dos grandes periodos:
Finales del siglo II y siglo III, años en los que las comunidades cristianas se mantienen en la semiclandestinidad.
A partir del año 313, fecha del Edicto de Milán, momento en el que se da libertad de culto a la Iglesia cristiana, que se va a convertir en uno de los grandes poderes económicos y políticos de la época.
Desde el punto de vista estilístico, es un arte romano de la baja antigüedad. Por tanto, no es un arte original, sino que es el arte existente en el bajo imperio romano pero que va adaptándose y trasformándose de acuerdo con las necesidades que van surgiendo en el desarrollo del culto cristiano.
Arquitectura Paleocristiana tras el Edicto de Milán
El año 311 fue una fecha especialmente significativa para explicar el cambio que se va a producir en el arte cristiano, de un arte típico de comunidades pobres y semiclandestinas a un arte monumental y rico.
En esta fecha se promulgó el primer edicto de tolerancia, el Edicto de Valerio Augusto, aunque tendrá más importancia el Edicto de Milán, del año 313, del mismo carácter tolerante que permite el culto cristiano sin ningún tipo de cortapisas.
Ambos fueron promulgados por el emperador Augusto Valerio, pero al acceder al trono el emperador Constantino se da un cambio, si cabe, más favorable para la iglesia cristiana puesto que una gran parte de la familia de Constantino se va a convertir al cristianismo e incluso se especula sobre si el propio emperador se hubiese convertido al final de su vida.
Este proceso de dignificación del cristianismo culmina en el año 380 cuando el emperador Teodosio proclama a la Iglesia cristiana como iglesia oficial del Imperio.
A partir del año 313 los altos dignatarios de la Iglesia se van a convertir paulatinamente en autoridades del Imperio. De este modo, las jerarquías eclesiásticas van a pasar a ocupar importante cargos de la administración pública y la Iglesia cristiana se convierte gradualmente en una institución de poder estrechamente ligada al emperador y a la administración imperial.
Como consecuencia de ello, la liturgia cristiana comenzó a adoptar elementos característicos del protocolo imperial. Se va a solemnizar y, en consecuencia, va a necesitar un nuevo vocabulario artístico que iguale los edificios cristianos con los grandes edificios públicos, palacios y templos de la sociedad romana.
En esta nueva etapa el arte cristiano es financiado por el alto clero y por las clases patricias e incluso por los propios emperadores. Consecuencia de este alto poder económico nos encontramos con un arte con tendencia al lujo muy considerable y realizado, por tanto, con materiales nobles especialmente costosos.
Las principales manifestaciones de este arte van a ser dos: la arquitectura eclesiástica y la pintura monumental que se va a plasmar a través de los mosaicos (musivaria, el arte de los mosaicos).
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