jueves, 25 de noviembre de 2010

Arquitectura Contemporanea

A mitad de la pasada década se celebró un concurso para la ordenación del frente marítimo que tenía como lema "abrir Vigo al mar". Fruto de aquella convocatoria son el sobrio edificio de la Xunta de Galicia, obra de los catalanes Esteve Bonell y Josep Maria Gil, y el meticuloso rosario de intervenciones que transforman en paseo marítimo y peatonal un recorrido de dos kilómetros entre las plazas del Berbés y la Estrella, a cargo del sevillano Guillermo Vázquez Consuegra.

Esta última obra, ejecutada a lo largo de una década, ha recibido el Premio Nacional de Arquitectura 2005, cuyo jurado destacó el "tono callado" de la actuación, que "sin alardes materiales ni efectos especiales" pavimenta, amuebla, ajardina y coloniza con pabellones de usos diversos una porción degradada de la banda litoral más significativa. En vías de realización se encuentra ahora un centro comercial de tamaño medio, adjudicado en el mismo concurso al desaparecido Sáenz de Oiza y que concluirán sus hijos en el mismo registro: rehuyendo llamar la atención.

Queda pendiente la construcción en primera línea marítima del auditorio y palacio de congresos de Beiramar, cuyo encargo ganó César Portela con la ingeniería Idom frente a Valcárcel, Mangado y Chipperfield. Los monumentales prismas del arquitecto pontevedrés ocuparán el sitio de la emblemática fábrica Casa Mar y se alzarán envueltos en un velo de acero, una vez más buscando no desentonar con el esplendor áspero del entorno portuario.

El campus universitario de Lagoas-Marcosende de Vigo a partir del plan especial elaborado por Enric Miralles y Penela -este último autor de la Facultad de Económicas, de su biblioteca y de una residencia de estudiantes- surge un "paisaje construido" que integra la biblioteca centralNoguerol y Díez o el edificio administrativo y la plaza de Miralles y Tagliabue, y que hará suyas las vías elevadas que ha proyectado el brasileño Paulo Mendes da Rocha. que diseñaron

Pero hay que volver de nuevo al centro de la ciudad para encontrar el último edificio, y el que probablemente mejor encarna esa condición multifacética y cambiante de la ciudad, poniéndose a su servicio. En manos de firmas locales estaba, hasta hace bien poco, el parque museístico -Fraga, Quijada y Portolés recuperaron la antigua cárcel como Museo de Arte Contemporáneo (Marco), y de Portela son el Museo del Mar y la Casa de las Palabras o Verbum, un ente interactivo dedicado a la comunicación humana.

La nueva sede de la Fundación Pedro Barrié de la Maza, que eligió como arquitectos a Mansilla y Tuñón. Esta fundación, muy activa en el contexto cultural regional y con sede en A Coruña, había decidido establecerse de forma permanente en Vigo. Su primera opción para hacerse cargo del proyecto había sido Manuel Gallego, cuya obra sea tal vez la más unánimemente admirada en el panorama de la Galicia contemporánea. Pero Gallego no estaba disponible y el estudio madrileño acabó asumiendo la obra.

La Fundación Barrié se oculta tras la fachada de un inmueble proyectado por el vigués Manuel Gómez Román en 1919. La disposición original de los huecos en esa fachada condiciona la propuesta: todo el programa, que apila una serie de espacios equipados para actividades diversas, se dispone en dos bandas: una paralela a la fachada y otra de mayor tamaño en el fondo de la manzana, separadas por ascensores de vidrio de transparencia regulable. Mientras la banda exterior actúa como distribuidor en cada planta, la interior acoge salas de exposiciones y conferencias. Al atravesar el vestíbulo principal se localiza el espacio más representativo de la institución: una suerte de "caja mágica" dilatada y sumamente flexible, dotada con maquinaria teatral para poder modificar el suelo, escamotear paneles o hacer descender telones. Hacia la calle, la puerta abatible de doble hoja inspirada en el Op-Art resume la condición dinámica de este nuevo enclave cultural; y en la cubierta, el gran lucernario de color acuoso es un homenaje a la ría. Por lo demás, se respetan los elementos originales del frente del edificio y su vínculo con el Banco Pastor. Cautivados tal vez por el ajetreo de Vigo y por su belleza imperfecta, Mansilla y Tuñón hablan en la memoria del proyecto de espacios que ceden el protagonismo a las sensaciones, y de arquitecturas que no son marco para la contemplación sino escenarios para la acción.

Arquitectura Contemporánea de Vigo


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